17 de julio de 2011

Tengo que copiar el libro... Es una tarea

Un día cualquiera en la biblioteca, de esos en los que el sol arde como si quisiera cocer todo lo que toca, y el aire acondicionado no funciona, se acerca un chico, sus ojos vivaces demuestran una profunda desesperación, y no si es que sabe de la profunda crisis social en la que le ha tocado nacer (y le tocará sobrevivir) O es por algo más que no alcanzo a intuir.

Me pregunta por un libro, “El abogado del marciano” de la editorial Norma y la serie “Zona Libre”; es un libro relativamente pequeño, 139 páginas, sin ilustraciones, una edición de bolsillo… Buscamos en el OPAC, y luego vamos a la estantería, le entrego el material y le pregunto que si va a prestarlo, a lo cual me contesta que no. Y ya saben llega otro chico con otra pregunta, digo con gusto, el chico se sienta… Lo pierdo de vista y sigue en trajín.

Horas después lo veo aún en la biblioteca, rascándose la cabeza con desesperación; el libro en una posición bastante incómoda: una mano, la izquierda, lo sostiene para mantenerlo abierto y con el codo de esa  misma mano tiene la esquina de su cuaderno, y copia desesperado, con letra furiosa.

Entonces, decido preguntarle ¿Qué sucede?

Me cuenta que la profesora de español lo puso a “escribir el libro”… Le digo que seguramente está equivocado, “de seguro la profe te pidió que leyeras el libro e hicieras un resumen o un comentario…”. Entonces saca la prueba reina, la fotocopia de un taller en el que dice que debe copiar todo el libro para recuperar la materia (español) que lleva perdida.

Ya se imaginan mi cara de desconcierto cuando día siguiente otro chico apareció con el mismo requerimiento…

¿En qué clase de manicomio están estudiando estos chicos? ¿Tendrá una mínima idea de pedagogía quien les puso esa tarea, que además de absurda, no tiene ni cinco de utilidad?

Una terrible impotencia lo embarga a uno cuando ve a alguien invirtiendo el tiempo de su vida en una tarea que de antemano es un fiasco, un chiste a los preceptos pedagógicos que yo conozco… ¿Qué decirle, qué hacer?

¿Y qué hace uno como “profesional de la información” (Que cosa tan rimbombante suena eso) ante esa escena? ¿En qué momento la escuela se fraccionó de la biblioteca?

El chico aun va a la biblioteca, durante toda la semana le he guardado el libro en un cajón del escritorio, en ocasiones lo veo copiar con mucho juicio, otros días simplemente mira las páginas y sus ojos no están allí, tal vez pateando un balón de futbol, no se…

Sólo imagino el terrible cansancio y la ira que le inundarán desde ahora cada que recuerde la biblioteca y los libros, a pesar de que he tratado de mostrarle otras lecturas y otras opciones, creo que el daño ya está hecho.

PD: De seguro, si lo escuchara, lo supiera o se enterara @vargas_lleras le diría que esa es una violación a la ley #leylleras de derechos de autor; ya habría un buen problema jurídico frente a quien castiga la ley, al chico que hace una copia del libro o al insensato del profesor que se lo puso de tarea. Hay le queda a los legisladores ese chicharrón, que espero se les atasque en el gaznate y los asfixie.

 

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