18 de enero de 2011

La selectividad del dolor ante la muerte, o, de no se cómo titular este post

Hoy amanecí pensando en el asesinato de Margarita Gómez y Mateo Matamala, los estudiantes de la Universidad de los Andes. En La Sillavacía, aparece un informe que dice que la Defensoría del pueblo solicito a la Comisión Intersectorial de Alertas Tempranas (CIAT), un ente del Mininterior y Justiciauna alerta temprana, que se negaron a emitir porque se trataba de "una zona turística donde todo estaba controlado".



Y me invade la tristeza, no solo por el asesinato de dos jóvenes con un brillante futuro por delante, si no, porque parece que vemos el asesinato con el prisma del estrato; el escándalo es mayúsculo por ser ellos quienes eran , por la posición socioeconómica de sus familias.



No digo que no sea una tragedia, ni una injusticia, lo que sucede es que me pregunto ¿por qué nadie se preocupó antes por los cientos de asesinados y desplazados en esa región? Es más ¿Por qué parece que a nadie le preocupan los otros muertos "según las cifras del Observatorio del Delito en Córdoba entre 2005 y 2010, se han registrado 2.396 homicidios en el departamento. De estos, 532 ocurrieron en 2009 y, en los primeros ocho meses de 2010, se contabilizaron 401 homicidios más" ¿Acaso a Colombia esos asesinatos no le duelen?



Recuerdo a mi abuelo Adán, quien fuera de las guerrillas liberales, decía, si mal no recuerdo, "en este país los muertos los ponen los pobres y a nadie le importa y si muere un rico, eso si nos debe importar a todos"



Siento que en mi país al revés, la vida se valora según el "muñeco" o el estrato del muerto, o el impacto mediático, y da tristeza.



No es necesario preguntarse por los responsables, los que apretaron el gatillo son sólo títeres, "idiotas útiles", sin ser fatalista detenerlos o darlos de baja no cambiará nada, hay miles haciendo fila por sus puestos, por su poder y la plata que se ganan, de eso sobra en un país donde el desempleo campea y abunda a falta de oportunidades.



Unos muertos valen más que otros, por ende, parece que unos vivos valen más que otros. ¿Cómo es posible hablar de paz con estos parámetros éticos en la sociedad colombiana?



Algunas cosas me preocupan, es una verdad a gritos que esos grupos armados, reencauchados de los paras, remezclados con guerrilla, hacen presencia en esa zona desde hace más de 3 años según los informes de la Defensoría del Pueblo (ver mapa de la Sillavacia) y el estado se hace el ciego, sordo y mudo.



Y parece que hay una complacencia de la clase política, los industriales y el gobierno local y nacional, en tanto no hay escándalos, no pasa nada, todo es silencio. Por qué lo que pasa en Cordoba, no es más que un pequeño reflejo de lo que se carcome a toda Colombia



Hay les quedo

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